sábado, 20 de septiembre de 2014

EDIPO; EL VIEJO, EL NUEVO, EL OBSOLETO, EL VIGENTE, …EN LA CLÍNICA HOY. Este o estos encuentros con El Edipo, ya en profundidad y no solo de oídas fantaseadas nos lleva a preguntarnos por su relevancia hoy, desde la duda ante el despliegue original de la teoría construida hace un siglo, en una época victoriana, en un contexto con paradigmas, estructuras sociales, valores, instalaciones e instituciones por decir lo menos diferentes a las actuales. Considerando además la evolución a partir del desarrollo de Freud en su teoría, siguiendo con los enriquecimientos, aportes, desarrollos de Lacan, y críticas de Foucault, Deleuze y Guattari revisados en este caso. Al comenzar este trabajo recuerdo inevitablemente a Wittgenstein(1921) en su sentencia de no hablar de lo que no se sabe, en fin, este ejercicio no pretende defender ni atacar el psicoanálisis ni la teoría que lo sustenta sino poner en la palestra lo real y relevante que podría parecer el proceso de cambios dramáticos acaecidos en los últimos 100 años, donde lo nuevo en la conceptualización de lo social y lo natural determinaría a lo menos una o unas “otras” miradas, para mantener la vigencia del Dispositivo Psicoanalítico tanto como sustento teórico como su aplicación en la clínica. Es este cambio de costumbres, lenguaje, simbolización y significaciones que consideramos relevante en tanto presencia o ausencia de la madre y el padre, con la consecuente declinación o ascenso de estas figuras primordiales que han sido la base de los más importantes desarrollos teóricos del psicoanálisis el que nos preocupa. Por solo mencionar uno de los grandes cambios en esta “declinación“, del nombre del padre, la estadística en Chile, la que sería representativa a nivel global indica que: “A partir de los datos obtenidos en la encuesta Casen 2009 es posible constatar los cambios que han experimentado las familias chilenas. Es así como se observa una reducción en las familias biparentales que pasan de representar un 67.3% del total de familias en 1990 a un 58.6% en 2009. Como contrapartida, aumentan las familias monoparentales3 desde el 22.2% en 1990 al 27.6% en 2009, y las familias unipersonales desde el 10.5% al 13.8%. La tendencia se confirma también respecto del año 2006 en que las familias biparentales representaban un 61.2% del total de familias, mientras que las monoparentales y unipersonales, un 25.6% y 13.2%, respectivamente Conviene destacar también que no obstante que las mujeres en su mayoría se auto declaraba como jefe de familia en familias monoparentales, desde el año 2006 se observa un incremento del porcentaje de aquellas que se declaran como jefas en familias biparentales. Es así como en el 2006, entre las familias con jefatura femenina el 17.9% corresponden a familias biparentales y en 2009 aumenta al 18.9%, mientras que este porcentaje representaba sólo al 3.4% de las mujeres jefas de familia en el año 1990”. Desde la construcción teórica de Freud a partir del Edipo Rey (Sofocles,2001) dando cuenta de los elementos afectivos y hostiles que el niño sentiría hacia sus padres, el deseo de la desaparición del padre en el caso del niño y de la madre en el caso de la niña y el supuesto deseo sexual dirigido hacia el progenitor del sexo opuesto. Esta pérdida original formará estructuralmente al sujeto a consecuencia de la ruptura de la unión con la madre determinando las experiencias posteriores ineludiblemente según Freud desarrollándose de esta manera los procesos de elección de objeto e identificación,(“en la actualidad sería algo enormemente nebuloso…, se nos dice). Se constituye entonces El Edipo, según la teoría Freudiana, en generador de la capacidad de subjetivación del individuo humano, separándose, independizándose en su desarrollo psíquico de sus progenitores, hay un abandono a la consideración de aquellos como objetos sexuales reubicándolos como objetos de identificación, incluyéndose así en lo social. Se obtiene entonces el super-yo y el ideal del yo, no sin el costo de la angustia por la castración en el varón y la angustia de privación en la mujer. Todo esto marcará posteriormente , según la teoría fruediana, la totalidad del quehacer afectivo del individuo durante el resto de la vida. Luego, Lacan que declara, según Althouser , que: “Freud ha fundado una ciencia, una ciencia nueva que es la ciencia de un objeto nuevo: el inconsciente”, instalándonos en un nuevo Edipo, sistematizado este en tres tiempos psicológicos, un primer momento saliendo de “otro” primer estadio en el desarrollo de la cría, el de “Espejo” donde ya superada la fragmentación de experimentar el cuerpo como algo disperso se “realiza la conquista de la imagen de su propio cuerpo”( Joël Dor, 1990) . Decíamos un primer momento descrito por Lacan como aún en fusión e inmediatez con la madre dada la inevitable dependencia en tanto cría humana respecto del “otro” materno, aún en indiferenciación dado que esta cría tiende a identificarse con lo que supone “el único y exclusivo objeto de deseo del otro”, intentado ser el objeto susceptible de completar a su madre, el falo finalmente, en el mejor de los casos, dice Lacan, habría una convergencia de deseos. La intervención del padre estaría presente en el segundo momento sistematizado por Lacan, aunque, dice, en realidad siempre ha estado ahí. Su presencia inevitable iría adquiriendo relevancia al intervenir mediando el discurso de la madre (¿falica?), introduciendo prohibiciones, frustraciones y privaciones, catalizando su función fundamental de padre castrador y fálico, esta mediación no era percibida en los inicios siendo captado el discurso materno en estado bruto en un primer momento. En un el tercer momento Lacaniano del Edipo la participación del padre deja de ser eminentemente fálica y omnipotente, es más directa, la madre seguiría representando el deseo y el padre el significante, la construcción de la metáfora del nombre del padre tiene lugar donde este deseo materno es sustituido por el nombre del padre, la identificación con esta figura permite la a parición de un nuevo sujeto diferente a los progenitores siendo posible al adquisición de una nueva subjetividad, permitiendo el acceso y conocimiento del lenguaje, la cultura, la civilización en suma. Lacan introduce nociones, la idea de una estructura problematizadora matemática, donde ciertos valores tienen función en relación con otros tomando la idea de “circulación” de Levi Strauss. Ahora la problemática, para mí, y que trato de dilucidar, es como con estos elementos, teorizaciones y sus despliegues, considerando incluso a muchos autores aún desconocidos en este proceso de formación psicoanalítico, aplico, entiendo o discurro acerca de este “dispositivo psicoanalítico” hoy, elaborado al decir de L. Althouser, aludiendo a Freud, a partir de “ una larga serie de textos, profundos, a veces claros, a veces obscuros, a menudo enigmáticos y contradictorios, problemáticos, armados de conceptos que nos parecen, muchos de ellos, y a simple vista, perimidos, inadecuados a su contenido, superados” , en el desarrollo de esta crítica de Althouser estaría elaborada de alguna forma la explicación para esta creación de una nueva ciencia en lo que “Freud es para nosotros”, según nos dice Althouser: 1)una cura analítica, en tanto práctica, 2)un método de cura en tanto técnica, 3)una teoría, en relación a la práctica y la téncnica. Evocaría entonces todo este conjunto orgánico práctico la estructura de toda disciplina científica, luego lacan diría que el nuevo objeto de esta ciencia es el inconsciente. Tendríamos entonces en Freud una explicación de la satisfacción de la pulsión con acceso a la madre o al padre sin instancia de elección de objeto, con el amor y el odio permanentemente regulados por la pulsión. Y en Lacan una satisfacción de narcisismo teniendo o no el falo constituyente este del poder en la cultura. Evidentemente la urgente necesidad de conocer el desarrollo de la teoría freudiana es relevante para entender el hoy en la práctica psicoanalítica incluso a pesar de esas palabras oscuras, enigmáticas y contradictorias. Me parece revelador el conocimiento, más práctico y accesible en las palabras de Foucault y sus comentarios acerca del Antiedipo de Deleuze y Guattari, la proposición de invertir el platonismo buscando la absoluta singularidad, lo único, aquello que no se repite. Siendo como se plantea el síntoma, el lapsus, el chiste las formaciones del inconsciente en suma, algo único, adquiere cierta lógica comprensible el trabajo en este flujo borboteante y siempre cambiante tanto en el sujeto como cambiante en cada sujeto, desde la acción, “la verdad es hacerlo” decía Vico, reconstituyente del deseo, en este lenguaje construido desde las ideas puras y que se constituye como dificultad limitadora por esa misma razón, mencionando la otra gran dificultad en esta búsqueda del conocimiento en el flujo, el juicio moral, articulando el “deber ser” como problema para el psicoanálisis. La propuesta será entonces juicio inmanente, desde dentro de la vida misma, en una “lógica interna”, despojando la vida de “esencia o esenciales” o solo con esencias particulares. Debiéramos instaurar entonces la lógica del devenir, escuchando aquello que no se deja decir, prescindiendo de los juicios trascendentales, fugándose de uno mismo, preparándose para la experimentación sin etiquetar, recordando que “lo que nos conviene es reconocible por el crecimiento y la alegría” en una cultura no limitada al ámbito de las raíces sino el rizoma, multiplicadora en ampliación anexionadora en eje horizontal en seguimiento del deseo, saliendo de lo que uno hace haciendo algo porque “la verdad es hacerlo”, en un saber abierto.