miércoles, 22 de abril de 2009


De pronto todo lo pensado, todo lo expresado soberbiamente queda detenido, en suspenso, ante la presencia de la muerte, rápida, inpensada por tanto inesperada.
Mi padre Hugo Parada Cabrera ha fallecido, el cancer lo apagó en dos meses, aún siento su presencia en mi casa, aún escucho su voz, aún siento su mano buscando la mía y apretándola durante sus semanas de agonía.
Me parece tan extraña su partida, su no presencia, el saber que ya no está.

Seguramente más adelante podré elaborar y repensar lo que siento y no expreso o saber si siento que debo elaborar, sentir o repensar algo sobre la muerte de mi padre...